Soy apasionado de capturar fotografías desde el alma de algo que brille, que se sienta o que se palpe.
No soy muy afín de tomar fotografías desde la ventana de un autobús, ya sea turístico o regional, da igual. Sin embargo, trato siempre de mostrar las fotografías desde el alma.
He podido ver que los mejores momentos que han sido captados por la lente de mi cámara fotográfica son presenciales. Caminando, mezclándome entre la gente y sintiendo. Aunque sea por unos momentos lo que ellos sienten, viven y creen.
A veces, uno puede conocer ciertos problemas viendo los ojos de las personas, esos pequeños círculos de colores que expresan el alma.
Fotografías desde el alma de las personas, lugares o sentimientos.
Cuando tengo poco tiempo para ver una ciudad, prefiero guardarlo en mi memoria, y tan solo imaginar si viviera aquí qué pasaría, qué sentiría y cómo viviría. Admiro las calles, los colores, las vestimentas y el caminar de la gente.
Cuando tengo algún problema, me gusta observar desde algún lugar. Sin rumbo fijo, destino incierto, o un tiempo preciso cómo se ve la ciudad. Y sí, prefiero ver aquellos cambios.
El sueño de viajar es exquisito. Cada vez le envuelve más y hace querer perder mi vida laboral y continuar con mi vida viajera. Creo que cada vez tengo más llena el alma de sentimientos y memorias, y menos de papeleo y poder económico.
Creo firmemente que el viaje personal lleva a la mezcla de sentimientos con la gente, y a veces unos tiernos ojos pueden modificar tu mundo, ese que sentías tan seguro.
Ese momento de viaje, desde que agarro la cámara por primera vez, es lo que me hace decir si, sin duda soy viajero, y mi pasión es tomar fotografías desde el alma.
Gracias vida, por darme esta oportunidad, ese sueño de dejar lo seguro y arriesgarte con lo realmente importante, lo vivido.