Recuerdo que cuando era niño, uno de los puntos de mayor presión de mi mamá era no dormirme en la tarde, pues no dormía bien en la noche. Podía estar despierto durante horas sin querer irme a la cama.
Sin embargo, cuando iba en el coche, eran tan fácil acurrucarme y dormirme. Y dormía delicioso. Una hora en el coche era como toda la noche en mi cama. Sigo pensando por qué era así y no hay ninguna respuesta en mi mente.
Pero era algo que no era fácil, puesto que en cuanto mi mamá volteaba y veía que empezábamos a cerrar los ojos y cabeceábamos, hacía cielo, maroma y teatro para mantenernos despiertos. La última opción era la que pensábamos en aquellos tiempos que era su favorita… Regañarnos hasta el cansancio. Poco entendíamos en aquel momento.
Lo curioso es que ahora qué crecimos y vemos las cosas diferentes, vemos que era la opción que menos disfrutaban. Gritar, sacar el coraje porque no hacíamos caso.
Estos últimos días me he regañado hasta el cansancio, puesto que me siento como aquellas veces que iba en el coche… viviendo dormitando. Como si no supiera si dormirme o caer en un sueño aletargado de días y días. Y aunque sé que sería lo más bonito, nunca es lo mejor.
Tuve que llegar a lo que debería de ser uno de mis hábitos anuales. Sin embargo, tenía un par de años que no lo hacía, que es mi contrato de metas anuales.
En dicho contrato, me comprometo (dada la redundancia) a poner las actividades esenciales del año divididas en varios rubros (los cuales explicaré mejor en mi sitio web personal).
Es cierto que aveces dejamos de hacer las cosas que necesitamos, para hacer las cosas que no le sacaremos provecho. Lo cual no es bueno, y ciertamente no es producto, aunque a veces es necesario.
Uno de mis puntos de mayor presión
A veces es necesario salirte de la línea por la cual vas transitando, para darte cuenta de todo lo que estás dejando y a veces inclusive, perdiendo.
Muchas de mis propuestas vienen curiosamente con lo que estoy haciendo… Escribiendo.
Es cierto que me encanta escribir, aunque siento que no tengo mucha madera de escritor. Esos puntos de mayor presión son los que me hacen desesperarme. Pero entre más haces lo que no eres bueno, empiezas a sacar ese chip de “voy mejorando” aunque sepas que sigues apestando. Al final sabemos que uno de los puntos de mayor presión es insistir hasta que te des cuenta que una pequeña alma te sigue. Al final, si alguien te sigue es porque estás haciendo veo esos puntos de mayor presión.
Recuerdo algunas frases del libro “Fueras de serie” de Malcolm Gladwell, el cual insiste en las 10,000 horas del precio del éxito. La maestría llega cuando alcanzas dichas. Por eso es qué si te gusta algo, pero se te hace pesado, sientes que no eres bueno, o que a veces crees que no llegarás a algún lugar, es cuando más tienes que insistir.
Sé que poco a poco mis textos tendrán más sentido y no sólo sacaré varias cosas en aproximadamente 600 palabras. Sé que poco a poco empezarán a escucharme, a leerme, o sobre todo, a entender por qué lo digo.
Sé que a veces en otros de mis blogs, tendré un poco más de tablas para organizar lo que quiero decir sin creer que nomás no tengo idea. Pero a veces, días como estos, los puntos de mayor presión son los que nomás no me entiendo. Necesito salir de mi letardo de sueños emocionales que no me están llevando a ninguno lado.
Lector amigo, alguna vez te has sentido como, tentando los puntos de mayor presión y ¿Sintiendo que no tienes idea qué estás diciendo?
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