Hasta la secundaria fui un chico muy calmado. Pero una vez que entré a la preparatoria algo despertó en mí… Empecé a llevar la contraria en muchas cosas.
Curioso pero nunca lo he hecho por el simple motivo de llevar la contraria así porque sí. Lo hago porque me gusta desafiar y desafiarme. Porque me gusta saber hasta donde se encuentra el límite y acercarme a él. Porque al final mi carácter ha sido determinado por aquellos momentos donde sé como voy a reaccionar, y siempre he pensado que uno puede conocerse únicamente cuando sabe llegar al límite de las cosas.
Llevar la contraria para conocerse
Hay una frase que siempre he dicho que me marca de sobremanera. Está como escrita hacia mí y hacia lo que creo.
Soy una persona que me encanta saber por qué muchos siguen las cosas así porque sí. Tanto en actuar en la religión, en los viajes, en la comida, en los sentimientos y hasta en la educación. Hemos moldeado tanto a tanta gente, que ahora pensamos que lo éticamente correcto es únicamente lo que siguen las masas. Así, como bellos corderos o como borregos.
Pero al final, uno no sabe por qué hace las cosas si otras personas no lo califican, lo clasifican o le dan el permiso. Vaya, sólo porque uno desafía las “normas” con lo que se rigen, ya es culpable de todo, ¿No?
Ese bello modelo de ser diferentes aún siendo iguales
Si no quieres casarte, muchos te estigmatizan. Si no quieres un trabajo convencional, si no quieres ser un modelo de vida. Y hasta si piensas diferente, al final sales marcado.
Empecemos a moldear las diferencias y a entenderlas. Porque todos somos diferentes, aún cuando parecemos ser los mismos. Y aún en gemelos hay grandes diferencias.
Aunque lo diferente no es siempre malo, pero siempre brilla de manera diferente. Y casualmente al final no nos entenderán si movemos al mundo, pero siempre moveremos una parte diferente Y porque el foco diferente, siempre brillará de modo especial.
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